¡Bienvenidos!

LA FOTOGRAFÍA,

el arte de dibujar con la luz, es un ejercicio de observación y el resultado un golpe de suerte. Una buena foto la hace cualquier maquina; una buena serie la hacen solo los fotógrafos. Cuidado, son verídicas y sin embargo mienten. Empiezas buscando la felicidad que te da conseguir una imagen única y bella, pero cuando te metes en el ajo te das cuenta que sin proyecto fotográfico no eres nadie

Dedicado a mi MARIBEL, por su apoyo.

MOTOS

Dicen que solo un motero sabe porque los perros sacan la cabeza por la ventana del carro.....























EXPOSICIÓN FOTOGRAFIA: FERNANDO LERMA


La Universidad de Jaén acoge la exposición “Kibera, mayor barrio marginal de África”.
Lerma ha explicado que estas fotografías muestran la vida real de este barrio, cómo se ha ido formando a ambos lados de una vía de ferrocarril que los ingleses construyeron a principio del siglo pasado. A través de estas imágenes, muestra una visión agridulce de este barrio, sus deficiencias en cuanto a sanidad e infraestructura y la parte más positiva, la felicidad de la infancia, que a pesar de los pesares disfruta.
































GRANDES FOTOGRAFOS: VIVIAN MAIER

VIVIAN MAIER (1926-2009)

Esta es una de esas historias dignas de las mejores películas de Hollywood. Cada vez que visiono sus fotos  quedo sorprendido y a la vez emocionado de este enigma de la historia de la fotografia. El enigma de alguien que toma instantáneas, sin ver después el resultado final de estas.
¿Cuál ha sido, o era la razón, el motivo?, ¿quizás económico? No lo puedo creer. Tiene que haber otra


La que posiblemente sea una de las mejores fotógrafas urbanas de la segunda mitad del siglo XX, irrumpe en la historia en 2007 gracias a una casualidad que de no haber sucedido, quizás la hubiéramos perdido para siempre. Ahora su descubridor John Maloof, que desde entonces gestiona y promociona su archivo, ha presentado el trailer del documental Finding Vivian Maier.
Nacida en Nueva York de madre francesa y padre austro-hungaro, pasó su infancia en Francia, pero en 1951 regresa a Estados Unidos, donde trabajó durante cuarenta años como niñera. Extremadamente reservada, en sus días libres Vivian hacía fotos que luego celosamente escondía a los ojos de los demás. Llegó a realizar alrededor de 100.000 fotografías y películas caseras, principalmente de escenas cotidianas de Chicago y Nueva York, vidas invisibles de la América de los 50-60 captadas con su Rolleiflex.
El legado fotográfico de Maier fue descubierto sin querer por Maloof. Mientras trabajaba en un libro sobre el barrio de Chicago Portage Park, compró 30.000 copias y negativos en una casa de subastas, que habían adquirido de un almacén que vendió su dueña cuando ya no estaba en condiciones de pagar sus cuotas. Después de darse cuenta de la calidad del material, Maloof adquirió un lote más y ahora es el propietario de 150.000 negativos, cientos de rollos de películas caseras, entrevistas en audio, cámaras fotográficas y documentos, que representan el 90 por ciento del trabajo de Maier, uno de los más sorprendentes tesoros recién descubiertos de la fotografía del s.XX.
Maloof no pudo averiguar prácticamente nada sobre ella antes de su muerte y Vivian murió en el anonimato. Hacia el final de su vida, Maier se quedó en la pobreza viviendo en la calle durante algún tiempo. Pero los niños que había cuidado en la década de 1950 le compraron un apartamento y pagaron sus facturas hasta su muerte en abril de 2009.
John Maloof, resume la forma en que la describen los niños que ella crió: “Era socialista, feminista, un crítico de cine, y no tenía miedo de decir lo que sea. Aprendió Inglés yendo a las obras de teatro que ella amaba. Llevaba una chaqueta de hombre, zapatos de hombre y un gran sombrero, la mayor parte del tiempo. Ella estaba constantemente tomando fotos que no enseñó nadie.”
Aunque parecía que las personas posaban para ella, en realidad no lo hacían. Simplemente, la cámara Rolleiflex que usaba Vivian tenía el visor arriba y no al frente. Vivian colocaba la cámara a la altura de su pecho y miraba hacia abajo en el visor y se acercaba a las personas, quienes pensaba que ella estaba viendo algo en la cámara y no que los estaba enfocando.
El documental inicia contando la forma en que John Maloof se topó con las fotografías y cómo fue llamando su atención hasta empeñarse con encontrar información acerca de Vivian. Poco a poco, John fue encontrando pequeños datos entre las fotografías que encontró: como recibos de compra, direcciones, nombres, etc, que lo llevaron a contactar con personas que habían conocido a la niñera. A través de entrevistas, con un toque de gracia y humor, que John pudo realizarle a algunos de los niños (ya adultos) que Vivian cuidó, a sus padres, a dueños de locales donde Vivian fue a revelar fotos, e incluso, a una de sus contadas amistades; se pudo ir armando un perfil de quién era en realidad esta mujer, que según los niños que cuidó, era muy reservada, misteriosa, estricta, y extraña.

Sus fotos…. Vivian Maier tenía un ojo entrenado y ella lo sabía. Podía captar con su cámara Rolleiflex los rostros más dramáticos, las situaciones más insólitas, los momentos más tiernos y los más trágicos, era un genio de las fotos callejeras. Lograba acercarse físicamente a las personas, invadiendo su espacio como una verdadera espía, haciendo lo que tal vez ella detestaba que le hicieran; pero le encantaba la idea de poder entrar a la vida de otros sin ser percibida. Incluso hasta se sacó algunas selfies.
Aunque los cálculos indican que Vivian disparaba alrededor de un carrete al día durante cuatro décadas, cuando se examina su obra se puede apreciar que la mayoría de las veces tomaba una foto y seguía su camino. Ella sabía perfectamente qué quería fotografiar, tomaba la foto y continuaba su camino. Una gran lección a aprender por todos aquellos fotógrafos digitales que disparan a lo loco y luego rezan porque una de las fotos tomadas sea buena.
Con esto en mente, no es sorprendente encontrar a Vivian orbitando alrededor de sujetos que de otra manera podrían quedar ocultos. Ella estaba particularmente inclinada en fotografiar a la gente apartada de la sociedad. No tenía miedo de ir a las zonas más conflictivas de Chicago con su cámara. Allí encontraba gente que estaban marginados y no encajaban en la sociedad. Eran como fantasmas, muy diferentes al tipo de vida que ella observaba trabajando como niñera para familias privilegiadas.
Vivian parecía mostrar un gran grado de empatía con sus sujetos. Vivian parecía tener también una especie de atracción a estudiar fotográficamente las relaciones de niños con adultos. En sus imágenes de niños, es capaz de hacer que la mirada vaya directamente hacia ellos.

El tiempo nos dirá cuánto del legado fotográfico de Vivian Maier pasará a los anales de la historia. Solamente han pasado siete años desde el descubrimiento de su obra, pero ya podemos catalogar a Vivian Maier dentro del grupo de fotógrafos del siglo XX como Diane Arbus, Robert Frank, Eugène Atget o Weege.

SELF PORTRAIT.